Todos hemos pasado por eso: en un momento, todo está bien, y al siguiente, estás a punto de estallar de ira. Quizás le gritaste a alguien que te importa, o tal vez el estrés del día simplemente te afectó. Sea cual sea el detonante, perder los estribos puede hacerte sentir culpable, frustrado y aún más molesto.
Pero aquí están las buenas noticias: Margaret Cullen En su artículo, ha comentado que es posible recuperarse de un ataque de ira y recuperarse. No tienes que dejar que ese momento defina tu día ni tus relaciones. Entonces, ¿qué puedes hacer cuando la ira te domina? Analicémoslo.
1. Tómate un descanso. (¡Sí, tú también!)
Cuando los ánimos se caldean, lo mejor que puedes hacer por ti y por los demás es alejarte. Esto no significa irse furioso, sino darse el tiempo para calmarse. Ya sean tres o diez minutos, busca un lugar tranquilo donde puedas estar a solas con tus pensamientos. Tomarse un tiempo te ayuda a evitar decir o hacer algo de lo que luego te arrepientas.
2. Sintoniza las señales de tu cuerpo.
La ira no es solo una emoción, es una experiencia física. Tu corazón se acelera, tus músculos se tensan y tu respiración se acelera. En lugar de intentar reprimir esos sentimientos, tómate un momento para observarlos. ¿Dónde sientes la ira en tu cuerpo? ¿En el pecho, en las entrañas o incluso en la cabeza? Al observar estas sensaciones, puedes empezar a comprender mejor tu ira, e incluso podría empezar a desvanecerse por sí sola.
3. Ponle un nombre para domesticarlo.
Una vez que hayas comprendido cómo reacciona tu cuerpo, es hora de identificar tus emociones. ¿Te sientes frustrado, irritado o furioso? Especificar lo que sientes puede ser sorprendentemente poderoso. Es como golpear la raqueta de tenis con el punto justo: de repente, todo se siente más manejable.
4. Muéstrale compasión a tu enojo.
Puede que suene extraño, pero intenta tratar tu ira con amabilidad. Al fin y al cabo, es parte de ti, como cualquier otra emoción. Imagina contener tu ira como abrazarías a un bebé que llora: con cariño y delicadeza. Cuando dejas de luchar contra tus sentimientos y empiezas a aceptarlos, pierden gran parte de su poder sobre ti.
5. Perdónate a ti mismo.
La cuestión es que enojarse no te hace mala persona. Todos perdemos la calma a veces. Lo importante es cómo lo gestionas después. Así que, perdónate. Castigarte solo te mantendrá atrapado en un ciclo de vergüenza y negatividad. En cambio, practica el autoperdón y descubrirás que es mucho más fácil seguir adelante y arreglar las cosas.
Avanzando con atención plena
La atención plena es una herramienta poderosa para controlar la ira. Al estar presente y consciente de tus emociones, puedes controlarte antes de estallar, e incluso si pierdes los estribos, sabrás cómo recuperarte.
Así que, la próxima vez que sientas que la ira te invade, recuerda: está bien sentir lo que sientes. Con un poco de atención plena, puedes convertir tu ira en una oportunidad para crecer y comprender. ¿Y cuándo tienes un arrebato? Ahora sabes exactamente cómo recuperarte.